domingo, 29 de mayo de 2011

Lo que me gustaría ser a mí si no fuera lo que soy

Siempre que viene el tiempo fresco, o sea al medio del otoño, a mí me da la loca de pensar ideas de tipo excéntrico y exótico, como ser por ejemplo que me gustaría volverme golondrina para agarrar y volar a los país adonde halla calor, o de ser hormiga para meterme bien adentro de una cueva y comer los productos guardados en el verano o de ser una víbora como las del zoológico, que las tienen bien guardadas en una jaula de vidrio con calefacción para que no se queden duras de frío, que es lo que les pasa a los pobres seres humanos que no pueden comprarse ropa con lo cara que está, ni pueden calentarse por la falta del querosén, la falta del carbón, la falta de leña, la falta de petróleo y también la falta de plata, porque cuando uno anda con biyuyo encima puede entrar a cualquier boliche y mandarse una buena grapa que hay que ver lo que calienta, aunque no conviene abusar, porque del abuso entra el vicio y del vicio la degeneradés tanto del cuerpo como de las taras moral de cada cual, y cuando se viene abajo por la pendiente fatal de la falta de buena conducta en todo sentido, ya nada ni nadie lo salva de acabar en el más espantoso tacho de basura del desprestigio humano, y nunca le van a dar una mano para sacarlo de adentro del fango inmundo entre el cual se revuelca, ni más ni meno que si fuera un cóndor que cuando joven supo correr y volar por la punta de las altas montañas, pero que al ser viejo cayó para bajo como bombardero en picada que le falla el motor moral. ¡Y ojala que lo que estoy escribiéndole sirva de algo para que mire bien su comportamiento y que no se arrepienta cuando sea tarde y ya todo se halla ido al carajo por culpa suya!


(capítulo: Perro de San Bernardo).