martes, 28 de octubre de 2008

soy una calavera errante!

¿Y si acaso existe un parque oscuro donde los muertos se carguen de invisibilidad?
calaveras de luz
bendicen mi ataud
acercan su luz
al cielo metal
viajes de la muerte real
bailan me hacen descansar
revisten en el cristal
y tiran de mi
me hacen jugar
jardines de negro astral
catorce dias despues
yo reaparecere
y tu solo me veras
en sueños de onda radial
no te olvides de mi
en las estrellas eternas veremos
el puzzle que nos dira
la pista de nuestro regreso
las calaveras vendran.

Angelo Pierattini y las calaveras errantes

Carta del Errante


Gracias por el viento que vuelve a
soplar, tan fuerte dando
en el filo aterido su nube blanca, efímera.
Piedra en el seno, el antiguo áspid
perdido en las auroras.
De mi alma abajo el sábado al sótano.
Escribe las hierbas bajo el viento y
el pie murmura lo que el suelo grita
la marcha.
Que mudando el paso dice del baile, rompe
el mar azul ¡-al fin el cielo-!
el viento sopla las dunas cuando
hay que tener esperanza.
Soñar jamás ha nombrado
un lugar único en el mundo.
Con eso basta.
Rasgo que no es trazo.
Presente verde y sostenido en penumbra.
Esta tierra así por sus huesos abierta
se muestra confiada más allá del aliento.
Entonces se mira en sus vientos distantes.
Distinguiéndose en las primaveras.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Te perdí

Hoy encontré de repente
unos versos que me escribiste
la noche que me dijiste
que me amabas locamente....
Y los leí confundida
vuestras palabras me herían
y otra vez sentí morirme
al recordar tu falsía...
Y pensé, cuanto tiempo
tardé sin poder olvidarte
rogando al cielo que volvieras
y pidiendo a Dios que no llegaras...
Esclava de la pasión que vivía
sedienta del amor que me negabas
ávida de caricias que ya no tenía
sufriendo por los besos que ya no me dabas....
Y mordiéndome los labios otra vez
guardé aquellos versos
que me hacían daño
pidiéndole a Dios que me quitara
de la mente tu recuerdo
y de mi alma, las huellas
que me dejo tu infamia...
El abandono me encontró
Durmiendo entre las sábanas
Una mañana de otoño
Cuando al mirarte ya no estabas.
¿Dónde fuiste a parar,
Amor dormido en el alma?
¿En qué corazón reposas ahora?
¿Quién te quiere más que yo?
Te perdí sin saber por qué,
Igual que te conocí,
Sin motivos ni promesas,
Sin hacer ninguna pregunta.
Pero el dolor es tan intenso,
La soledad tan fría y dura,
El silencio largo y oscuro,
Enorme y sola la tristeza.
¿Te encontraré algún día
Escondido en cualquier mirada?
¿Resurgirás en las cenizas
De alguna hoguera apagada?
¿Dónde, amor, te escondes?
¿Cuál es ahora tu morada?




Así es, tal cual lo describe el poema.
Nunca nos preguntamos las razones por las cuales conocemos al amor, siempre preguntamos las razones por las cuales lo perdimos.
Un beso de luna llena.